El acné es una afección inflamatoria crónica de la piel que se produce cuando los poros se obstruyen por exceso de sebo, células muertas o bacterias. Esta condición da lugar a la aparición de comedones (puntos negros y blancos), espinillas, pústulas, nódulos o incluso quistes. Aunque es más común durante la adolescencia debido a los cambios hormonales, también puede afectar a adultos en diferentes etapas de la vida. Si no se trata adecuadamente, el acné puede dejar cicatrices permanentes y afectar la autoestima. Por eso, un diagnóstico temprano y un tratamiento personalizado son clave para controlar y prevenir sus secuelas.

No, la mayoría de nuestros tratamientos para el acné, como el láser y la terapia LED, son mínimamente invasivos y bien tolerados por nuestros pacientes. En algunos casos, se puede experimentar una leve sensación de calor o pinchazo en la piel, pero nuestros especialistas aplican técnicas para reducir cualquier molestia, utilizando anestesia tópica si es necesario, además, de los cuidados post-tratamiento para garantizar que la piel sane rápidamente y sin incomodidades.

Los tiempos varían dependiendo del tipo y severidad del acné, así como del tratamiento seleccionado. En general, los pacientes comienzan a notar mejoras en la textura de la piel y una reducción de los brotes entre la tercera y cuarta sesión.

Si bien recomendamos evitar el maquillaje durante las primeras 24 horas posteriores a cada sesión para permitir una recuperación adecuada de la piel, después puedes retomar el uso de maquillaje no comedogénico, es decir, productos que no obstruyan los poros.